-
Arquitectos: XStudio
- Área: 112 m²
- Año: 2023
-
Fotografías:David Rodríguez
-
Proveedores: Artemide, FARO Barcelona, AEG, Aromas del Campo, Bookniture, Carpinteria de Aluminio, Essenah, Galassia, Ikea, Jysk, Marset, Massmi, Muebles Lufe, Roca, Siemens, Teka, Xstudio, YLD, Zara Home
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Tejeda es un pequeño municipio situado en el interior de una caldera volcánica, en la cumbre de la isla de Gran Canaria. Se trata de un lugar verdaderamente especial, con una orografía muy escarpada y un entorno natural hipnotizante, “una tempestad petrificada”, como la definió Unamuno.
En el escaso tejido construido, que se disemina por el territorio a modo de núcleos, conviven edificaciones de pequeña escala, entre las que destacan algunas construcciones interesantes de carácter más tradicional. La normativa, con más intenciones que acierto, intenta garantizar la conservación del carácter rural del municipio mediante la aplicación unos parámetros muy estrictos, que promueven más la aparición de soluciones folclóricas que la puesta en valor de los elementos originales de la arquitectura popular canaria.
Con este escenario de partida surge la posibilidad de proyectar una vivienda unifamiliar en una parcela de características muy singulares. Localizado en el centro histórico del pueblo, el solar cuenta con unas dimensiones mínimas, 9x4 metros, y un desnivel longitudinal de 2,50 metros. En situación de esquina entre la carretera comarcal y un pasaje peatonal, el terreno linda en sus fachadas oeste y sur con un espacio libre. Esto, unido a su posición elevada en el territorio, lo convierte en uno de los principales impulsos del proyecto.
La intervención apuesta por una inserción pausada de la pieza arquitectónica, que se presenta como un volumen sencillo que asume la formalización arquetípica impuesta, pero que a su vez se refugia en los vacíos de la norma para plantear una arquitectura que no renuncia a los valores intrínsecos del proyecto, sensible a los estímulos del lugar.
La vivienda ocupa la totalidad del solar y se distribuye en altura. Consciente de su posición de privilegio, la obra se concibe como una atalaya que se presenta hermética en sus fachadas a la calle y permeable hacia las vistas al entorno, sobre el que destacan los dos principales símbolos geológicos de la isla: el Roque Bentayga y el Roque Nublo.
En este sentido, un conjunto de huecos de igual proporción (la que obliga la norma) pero distinta escala se reparte por las fachadas oeste y sur, enmarcando y recortando el paisaje, favoreciendo que cada espacio se relacione de forma particular con el exterior. El juego de huecos en movimiento se completa con el tratamiento de la envolvente en una serie de bandas que introducen un contrapunto horizontal a la verticalidad de la pieza. Estas franjas, ejecutadas con enfoscados estriados a mano, definen el basamento del edificio y contrastan con el acabado maestreado del remate.
Interiormente los usos se jerarquizan en sección, destinando la planta semisótano a las estancias privadas y la intermedia, donde se ubica el acceso principal, a cocina y comedor, que se prolongan al exterior por medio de una pequeña terraza. En planta segunda, la más dominante sobre las vistas, se ubica la sala de estar. Este último forjado se cuelga de la cubierta, permitiendo la inserción de una fisura longitudinal que conecta visualmente los tres niveles de la vivienda y por la que discurre la escalera, que se manifiesta dura y pesada en su arranque, liviana y amable en su coronación.
En el plano material, se recurre a un catálogo acotado, en el que las texturas construyan con la luz un interior sereno pero vibrante. Los pavimentos se ejecutan con hormigón fratasado, estableciendo una dualidad con el plano de techo, formalizado mediante losas de hormigón visto encofrado con tablones de pino. Este mismo material se emplea para la escalera de bajada a los dormitorios, remarcando la independencia de las áreas privadas.
El uso masivo de la madera de pino para mobiliario y panelados se combina con los elementos en verde como única nota de color, aportando matices más cálidos en la formalización del espacio doméstico, ayudando a construir un ambiente en el que las texturas construyan con la luz un interior sereno pero vibrante, y completando el conjunto de estrategias de esta pequeña vivienda que mira, abiertamente y sin complejos, a la tempestad petrificada que la rodea.